“Salazar, Franco y el final del imperio portugués”
Texto extractado de la intervención de Miguel Pastrana de Almeida* en el acto público titulado “Goa: 1961. Guerra India-Portugal” que se celebró en el Ateneo de Madrid el 31 de enero de 2022
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Hoy vamos a hablar de uno de esos, en teoría, “pequeños” conflictos olvidados del siglo XX, pero sumamente interesantes desde el punto de vista histórico, geoestratégico, social y político. Pues acaban imbricando con la actualidad.
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En 1960, Portugal tenía todavía un imperio. No retórica de cartón piedra como la España franquista. Un imperio, todavía, de verdad. Por supuesto, con todo cuanto de injusto y anacrónico hay en ello. Pero, permítanme y discúlpenme hoy por mi parte lusitana, aprovecharé para poner en su sitio cierto complejo de superioridad por parte de España; parte que es también, y en mayor grado, la mía. Pero creo, sinceramente, que no están justificados ciertos aires de suficiencia histórica española respecto a Portugal. Más lo veremos también cuando hablemos de los portugueses en la I Guerra Mundial contra Alemania.
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Antonio_SalazarSalazar, en mi opinión, y así lo digo, un personaje histórico execrable, era sin embargo muy distinto a Franco. Que mato -porque mató…-, muchísimo menos que Franco, es un hecho incontestable. Pero también resulta cierto que el “listón” asesino del régimen franquista es de los más altos. Aquí lo llamativo, a mi entender, es que Salazar, a diferencia de Franco, no era un “espadón” militar traidor a su Gobierno e impuesto mediante una guerra a sangre y fuego contra su propio pueblo -el pueblo español-, y ganada a la postre sólo gracias a la ayuda de la Alemania nazi, la Italia fascista, y -ojo-, el Portugal salazarista. Muy distinto, Antonio de Oliveira Salazar era un profesor de Economía, catedrático de la universidad de Coimbra, al cual el Gobierno portugués, ya por entonces prácticamente una dictadura con Directorio militar, llamará en 1926 para ser ministro de Economía y estabilizar las finanzas. Como, más o menos, lo logró, en 1932 los propios militares lo nombraron Primer Ministro. En 1933, redacta la Constitución de lo que va a ser llamado “O Estado Novo”; ya propiamente dicho, el régimen salazarista: un Estado corporativo, nacional-católico, dictatorial, anticomunista y, por supuesto, siempre que lo consideró oportuno, criminal. Pero el régimen salazarista nunca va a ser, ni por asomo, tan totalitario como el franquista. Por ejemplo, siempre hubo un Jefe de Estado, un Presidente de la República, distinto al Primer Ministro (que fue, el Primer Ministro, casi siempre el propio Salazar).
No encontrarán Vds. fotografías de uniforme de Salazar, ni brazo en alto, ni llamándole “Caudillo”, “Duce” o “Führer”. Se le conocía -si hay en la sala algún portugués ya veterano lo confirmará…-, como “El doctor Oliveira Salazar”. ¿Menos malo por eso? En absoluto, a mi entender. Pero sí resulta llamativo que este personaje nada militar; tenido por un cerebro gris, se empeñase tanto y hasta el final en tratar de mantener el imperio portugués.
Salazar, economista, creía que sin las colonias la economía lusitana se hundiría (la realidad resultó lo contrario). También estaba, obviamente, el componente nacionalista de supuesto “prestigio” internacional. El Portugal salazarista consideraba a sus posesiones en África y Asia, territorio nacional; metropolitano. Apelaba al principio de “nación pluricontinental y multirracial”. Era un principio aplicado de manera interesada, no cabe duda, en mi opinión. Pero el Portugal salazarista fue consecuente con él e intentó mantener militarmente sus colonias. No las abandonó en ningún caso. El único efecto positivo fue que, a la postre, los esfuerzos bélicos por mantener las colonias, propiciaron la revolución militar democrática del 25 de abril de 1974, la conocida como Revolución de los Claveles, que acabó con el salazarismo (el propio Salazar, apartado del poder por enfermedad en 1968, había fallecido en 1970).
En 1974, pese a la guerra, Portugal aún conservaba la práctica totalidad de los territorios de Angola, Mozambique, Guinea Bissau y Timor Este. Los militares del 25 de abril, con criterio moral, reconocieron de inmediato sus independencias. También, la toma de Goa, Damán y Diu por la Unión India, la cual, aun habiéndose producido en 1961, como ahora veremos, el régimen salazarista se negaba a reconocer, llegando incluso a organizar actos de sabotaje con bombas en los territorios perdidos.
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Cuatrocientos cincuenta años después, la presencia de Portugal en la India tenía sus días contados. La Unión India se había independizado en 1947 del dominio británico. De inmediato pidió a las restantes naciones europeas que abandonaran su territorio. Francia, que ya tenía su guerra en Indochina y pronto la tendría en Argelia, captó el mensaje y dejó Pondicherry. Salazar, terco, no lo escuchó. No lo haría nunca.
A mediados de los años cincuenta, la India ya invadió los pequeños enclaves portugueses en el interior, de Nagar Haveli y Dadra. Portugal reclamó y la Corte Internacional de Justicia le dio la razón a los portugueses en 1960 (fíense Vds. pues del Derecho Internacional…) Obviamente, nada cambió: era territorio de la India y ya estaba en sus manos (en esa ocupación no llegó a haber guerra, pues la hicieron civiles indios armados, no el ejército). Llegamos así a finales de 1961 y a los enclaves costeros de Goa, Damán y Diu.
El Mando militar portugués ya le había dicho a Salazar que eran indefendibles. La única baza era político-diplomática. Pero ni Estados Unidos ni Gran Bretaña se mojaron. Fue un enorme desengaño para Salazar. Recordemos que Portugal e Inglaterra tienen una alianza -la más antigua de las todavía en vigor-, desde 1377. Portugal era y es, asimismo, miembro fundador de la OTAN en abril de 1949. Nada de eso le sirvió a Portugal (tomen nota quienes creen que la OTAN protege enclaves al otro lado del mar…).
Respecto a la España de Franco, el desengaño de Salazar fue aún mayor, pues Portugal había sido decisiva para su triunfo en la guerra de 1936-1939 y – menos conocido, pero no menos decisivo-, para que la España franquista aislada a fines de los años cuarenta, fuese protegida por los Estados Unidos. Portugal, como miembro ya entonces de la OTAN, jugó un papel clave en ello. Salazar siempre sintió que cuando le llegó el turno a Franco de devolverle los favores apoyando política y diplomáticamente la defensa de Portugal de sus colonias, no correspondió. Pero, obviamente, esperar algo de lealtad por parte de Franco, era no conocerle.
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En términos militares, los portugueses lucharon bien. Pero era una batalla sin sentido. A su vuelta a Portugal, la dictadura salazarista fue injusta con aquellos soldados, contribuyendo así al propio final de la dictadura con la revolución de 1974. La última colonia portuguesa, Macao, pasó a la República Popular China el 20 de diciembre de 1999. El enclave británico de Hong Kong había pasado a dominio chino el 1 de julio de 1997. China, gran potencia, quiso hacer el honor a Portugal de ser la última en retirarse.
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Miguel Pastrana de Almeida. Ex-militar profesional. Trabajador civil funcionario público actualmente y escritor. Forma parte, entre otras varias asociaciones, de la Asociación Memoria Militar Democrática (AMMD)
Puedes leer el artículo completo en el Blog Memoria Militar Democrática del diario digital Nueva Tribuna:
https://www.nuevatribuna.es/articulo/cultura—ocio/salazar-franco-final-imperio-portugues/20220207092708195208.html
La imagen de Franco y Salazar está disponible bajo la licencia CC BY-SA 3.0 en www.inciclopedia.org.